FICHA
TÉCNICA
Título original: One Night. Denied
Serie a la que pertenece: Una Noche 2
Autora: Jodi Ellen Malpas
Editorial: Planeta
Nº de páginas: 480 págs
ISBN: 9788408133070
SINOPSIS
La
apasionante historia entre Livy y el misterioso M continúa en la segunda
entrega de la trilogía Una noche.
M sólo
quiere una noche para adorarla y traspasar los límites del placer con ella,
pero desde el instante en que sus miradas se cruzaron nació un intenso romance
entre estos dos polos opuestos que se necesitan y se rehúyen al mismo tiempo.
Cargado de misterios y secretos, M deberá dar un paso adelante para mantener a
Livy a su lado.
Nuestro
enigmático hombre tiene muchas cosas que contar… Siempre hay un momento para la
pasión.
RESEÑA
Esta segunda entrega de la trilogía no te deja impasible.
Todo continua tras ese momento en el que descubre la verdad sobre Miller y
desde luego no por él. Livy se siente dolida, furiosa y engañada, por eso
intenta alejarse de él a toda costa. Pero es algo difícil de llevar a cabo
teniendo en cuenta que él aparece detrás de cada esquina o que ella se presenta
en su bar con el simple motivo de hacerle daño. Ese tira y afloja no dura
demasiado porque Livy termina volviendo a los brazos de Miller cuando ve que no
puede vivir sin él.
Vuelven a intentarlo pero no todo es fácil, se encuentran con
impedimentos múltiples: mil chicas que forman parte de su mundo antiguo,
Cassie, Gregory y una larga lista de personas que se oponen a esta relación.
Pero no solo son personas, también tienen que aprender a tratar con el carácter
controlador y obsesivo de Miller y con la alocada y dulce personalidad de Livy.
Por suerte cuentan siempre con el apoyo de la abuela de Livy, una de las
personas más importantes para ella.
Se conocen demasiado poco para, en mi opinión, empezar una
relación, pero no parece que estén llevando mal las adversidades que se les van
generando a cada paso que dan.
Ese carácter violento de Miller es lo que más asusta a Livy,
pero a pesar de todo, sigue a su lado intentando ayudarle y apoyarle, hacerle
ver que, a pesar de su problema, puede contar con ella.
No sé si sobrevivirán como pareja a todo los impedimentos que
les van surgiendo, pero lo que sí que tengo claro es que, por separado no son
capaces de vivir, como ya se demostró, porque incluso con el “odio” con el que
fue Livy en plena borrachera al Ice, lo único que buscaba era volver a verle
para poder hacerle daño, tanto como el daño que le hizo a ella tras averiguar
quién es en realidad.
FRASES FAVORITAS
Se me parte el corazón por el niño perdido. Si pudiera, me
metería en la foto para abrazarlo, acunarlo, consolarlo. Pero no puedo. Miro
hacia la puerta de la cocina envuelta en una nube de pena y de repente me
pregunto por qué sigo aquí cuando puedo ir a abrazar, a acunar y a consolar al
hombre en el que se ha convertido ese niño. Me apresuro a limpiarme las
lágrimas, las de la cara y las que han caído en la foto. Luego la meto de nuevo
en la agenda de Miller y cierro el cajón. Bien cerrado. Para siempre.
—Tengo que pedirte algo —suspira en mi cuello mientras me
pasa las manos por cada milímetro de la espalda.
—¿El qué?
—Nunca dejes de quererme.
Sacudo la cabeza, preguntándome si se acordará de que anoche
me pidió lo mismo, cuando el alcohol y el cansancio lo consumían, y eso hace
que me pregunte también si recuerda mi respuesta.
—Jamás —confirmo con la misma determinación que anoche, antes
de que el sueño nos venciera, a pesar de que tardase ligeramente en hacerlo.
—Me siento perdidamente fascinado por ti, Olivia Taylor —me
asegura sin apartar la mirada de la mía—. Tú inundas mi mundo oscuro de luz y
mi corazón vacío con sentimientos.
Conozco todo lo oscuro que hay en él. Y yo lo lleno de luz.
Lo estoy ayudando y, tanto si decides aceptarlo como si no, él me ha ayudado a mí
también. Es el hombre de mi vida, Gregory. Jamás renunciaré a él.
La preocupación se transforma en tristeza. William Anderson,
el hombre que amó a mi madre con pasión, vive arrepentido. Es un
arrepentimiento intenso y vivo. Un arrepentimiento que lo traumatiza. No se me
ocurre ninguna palabra para aliviar su dolor, de modo que hago lo único que me
parece que puedo hacer. Alargo los brazos hacia esa bestia poderosa y le doy un
abrazo. Es un estúpido intento de hacer disminuir un dolor que durará toda la
vida, pero cuando oigo que se ríe ligeramente y acepta mi gesto sosteniéndome
con fuerza con su brazo libre, creo que al menos lo he conseguido durante un
minuto.
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